Me produce estupor ver los niveles de agresividad que ha adquirido la campaña electoral de este año. Está siendo indigna y abochornante.

 Carteles rotos, arrancados, algunos de partidos contrarios tapando a los de los demás… Esto resulta banal, si lo comparamos con rumores múltiples a cual más perverso, para “tumbar” al adversario.

 Los hay de todo tipo, sí, podemos elegir. Pero la joya de la corona es uno sobre la supuesta enfermedad terminal de uno de los candidatos que para más inri superó un cáncer hace meses. ¿Se puede ser más cruel?. ¿Qué podemos esperar de alguien que utiliza lo que haga falta para apartar al otro y ponerse él?. Y por lo que vemos, sin escrúpulos.

 ¿Acaso un enfermo de cáncer que ha superado la enfermedad no puede concurrir a unos comicios? ¿Y un asmático, o un diabético, o una persona con discapacidad, o un invidente, o una persona con sordera…?.

 Lincoln sufrió durante su mandato el síndrome de Marfan y John Fitzgerald Kennedy la enfermedad de Addison e hipotiroidismo, y así muchísimos más casos.

 La manipulación es “la estrella invitada” en estos comicios, en una competición absurda para ver quién consigue desbancar antes al otro.  Y yo me pregunto: ¿vale todo en política?. ¿De verdad, lo vale?. ¿En qué parte del programa por favor que no lo veo, se han dejado la ética?.

  El político debe ser íntegro y algo que olvidamos y es fundamental, ser buena persona, con toda la extensión del término. Debe pensar que va a gobernar para TODOS con independencia de su ideología. No sólo eso, también que representa a un partido, no a sí mismo, con lo que tendrá que “abrir la mente” y recordar que lleva detrás de sí a muchos que esperan que “lo haga bien”, pero no por él, fundamentalmente por las siglas de su partido. Su objetivo serán todos los habitantes del municipio, sin excepción.

  Afortunadamente, siempre tras la tormenta sale el sol y nos queda un rayito de esperanza para ver que no todos lo están haciendo mal. Hay partidos que lo están haciendo muy bien. Algunos, incluso, se preocupan por lo que le ha ocurrido a su adversario.  Gracias de parte de los que como yo, somos sólo ciudadanos por no sacarnos los colores; y a los que sí nos pintan rubor en las mejillas, tan sólo recordarles que la mejor respuesta es nuestro contundente voto en las urnas.